Este año el Giro está manteniendo la emoción hasta el final, puesto que parece claro que la carrera no tendrá un seguro vencedor hasta cruzar la última línea de meta, la de la contrareloj de Roma. 34 años antes, podemos encontrar un Giro que fue el paradigma de carrera resuelta en los últimos metros: el Giro 1975. Vamos a dar un repaso a esa edición, de un perfil bajo comparada con sus antecesoras, pero una carrera que merece ser rescatada.
Si hubo un gran protagonista para la afición española, sin duda fue Francisco Galdós, vitoriano del Kas. Antes de arrancar el Giro, Galdós se imponía en el Giro de Romandía merced a una escapada consentida y a su buen rendimiento en la crono final. Parecía que podía tener una gran actuación en la "corsa rosa". Un Giro al que los Kas iban con gran artillería para repetir las exhibiciones de Fuente en 1974. Nada menos que Galdós, Lopez Carril, Perurena y Lasa iban a ser sus líderes. En frente, Baronchelli era la mayor amenaza, tras su colosal actuación el año anterior, pero estaba rodeado de todos los grandes italianos como Gimondi, Bitossi o Battaglin. La carrera se presentaba abierta puesto que Merckx tuvo que renunciar debido a unas anginas pocas horas antes de darse la salida. Duro golpe para la carrera italiana y para su patrón, el eterno Vincenzo Torriani, que incluso puso a disposición del "canibal" un avión privado por si finalmente podía ser de la partida.
La característica principal del trazado del Giro 75 era su original final. Ni Milán, ni Roma, ni ninguna de las grandes ciudades italianas. Torriani se había ido a la inhóspita cima del Stelvio para terminar la carrera, en una gran traca final. Para compensar el final tan alejado de tierras lombardas, la salida de la Corsa Rosa tuvo lugar en Milán. Posteriormente, un primer final en alto la tercera etapa, en Prati di Tivo, para ir bajando por la bota italiana hasta llegar a la zona de la Campania y subir allí el Monte Faito. Subida de nuevo hasta disputar seguidas las dos cronos de la edición, la primera llana en Forte dei Marmi y la segunda la cronoescalada a Il Cioco. Se continuaba la subida hasta la zona de Brescia para desde allí afrontar los 5 últimos días 4 etapas duras, la primera con final en el Monte Maddalena, la siguiente con el Bondone por medio, y las dos últimas, el tappone dolomítico con Marmolada y Pordoi y la traca final, la mencionada etapa del Stelvio.
Así pues, el primer lider fue el noruego Knudsen, antiguo pistard, al imponerse en la primera volata. En la segunda, el vencedor fue otro gran conocedor de los velódromos, el rey de las pruebas de seis días Patrick Sercu.
La montaña no se hizo esperar, puesto que en la tercera etapa llega la montaña apenínica, con un final unipuerto en el larguísimo Prati di Tivo. Allí Battaglin demuestra ser el más fuerte, ganando sobrado tras realizar dos ataques, el último de ellos definitivo. Galdós es el único que se salva de la quema, llegando segundo a 21 segundos del italiano. Su compañero Lasa también tiene una aceptable actuación, al ser tercero, pero pierde casi dos minutos. El grupo con el resto de favoritos llega a 2:16. Sin duda Battaglin está fuerte. Con tan pocos kilómetros de contrareloj, parece que va a ser difícil quitarle la maglia rosa.
Pero la fatalidad hizo que en la siguiente etapa la preciada prenda pasara a manos de Galdós, ya que en una etapa de media montaña bastante movida el italiano pinchó en los últimos kilómetros y se dejó 44 segundos sobre el grupo de los mejores, en el que se imponía De Vlaeminck. Galdós por tanto se aprovechaba de su gran momento de forma. Para rematar la jornada española, Andrés Oliva tomaba el liderato de la montaña.
Las siguientes etapas, en las que la carrera baja por la bota italiana, no cuentan con demasiadas dificultades orográficas y los corredores solo tienen el castigo del intenso calor que azota la caravana ciclista. De Vlaeminck se convierte en el dominador de estas etapas, al imponerse en la cuarta, la sexta y el segundo sector de la séptima. Van Linden y Perurena también se unen a la lista de hombres rápidos victoriosos. Lo único destacable de estos días es una fuga en el primer sector de la séptima etapa, vencida por Perurena, en la que se mete el desconocido Fausto Bertoglio. El grupito aventajará en medio minuto al pelotón y Bertoglio, que había llegado con los favoritos en Prati di Tivo, adelanta a Lasa en el tercer puesto de la general. El cerco sobre Galdós se estrecha.
Pero en la siguiente etapa, con llegada en Sorrento tras coronar el terrible Monte Faito 25 kilómetros antes, allí donde Fuente dió una exhibición el año anterior, Galdós demuestra que está en una forma fantástica. Al pié del Faito ataca Battaglin, que busca desesperadamente recuperar la maglia rosa, y Galdós le caza casi en lo alto. Los dos corredores más fuertes de la carrera llegan a la meta acompañados por Conti y Bertoglio, aunque la victoria ya se les había esfumado, puesto que una fuga lejana y en solitario del italiano Osler consiguió llegar a buen puerto con más de 8 minutos de ventaja. Lo que sí consiguen Galdós y los otros 3 italianos es sacar minuto y medio al siguiente grupo, en el que llegan los Gimondi, Baronchelli, Lasa, Panizza y compañía. Así pues, se convierten en los 4 primeros de la general, estando el quinto (Lasa) a más de 5 minutos. Baronchelli y Gimondi, en el podio el año pasado tras Merckx, parece que no tienen el mismo golpe de pedal que 12 meses atrás.
Tras la batalla, llegan jornadas de calma mientras se sube la península italiana con la vista puesta en los dolomitas y esa temible etapa final. Roger de Vlaeminck se empieza a convertir en omnipresente en toda situación que no cuente con una subida de características verdaderamente duras. Así, la siguiente etapa ve una fuga en los kilómetros finales en la que se mete el belga, pese a que el italiano Paolini le roba la victoria. Los dos siguientes días no perdonará, alcanzando las 5 victorias. Pero no son etapas tranquilas. Baronchelli quiere recuperar el terreno perdido y empieza a amenazar al lider. Sobre todo en la décima etapa, con final en Tívoli. En la subida a San Polo dei Cavalieri, a solo 12 kilómetros de meta, ataca Gibi. Battaglin, siempre atento a cualquier movimiento en las cumbres, se va con él. Galdós no engancha hasta los primeros metros de la bajada, lo mismo que el resto de ilustres, que llegan con medio minuto de ventaja sobre el pelotón. Al día siguiente Baronchelli vuelve a atacar, pero esta vez el grupito de valientes en el que se metió es cazado y llegan al último kilómetro agrupados. Allí De Vlaeminck vuelve a demostrar que está en una forma espectacular.
Al día siguiente, jornada de calma. Los corredores sienten la trascendencia de las dos contrarelojes seguidas que se avecinan: la primera llana en Forte dei Marmi y la segunda la cronoescalada a Il Cioco. Así pues, es Sercu el que se anota su segunda victoria de etapa en el Giro. Junto a la victoria de Osler y las 5 de De Vlaeminck, el Brooklyn acumula 8. Y aún quedaban más por llegar.
Por fin, en la crono decisiva, saltó la sorpresa relativa. Se imponía Battaglin, un escalador puro, lo cual no deja de ser una sorpresa. Pero su excelente estado de forma hace que la sorpresa sea solo relativa. Giovanni está siendo el más fuerte, y solo el pundonor de Galdós y la mala suerte (no hay que olvidar su caída de la cuarta etapa) le impedían llevar la maglia rosa. Su triunfo es incontestable, pues gana a corredores de la clase de Gimondi, Baronchelli, De Vlaeminck, Bertoglio o Knutsen, si bien en diferencias que no pasan los 41 segundos. Sin embargo, su satisfacción es total, puesto que su mayor amenaza, Galdós, tiene una desafortunadísima actuación, dejandose más de 3 minutos. En su descargo hay que decir que tuvo una caída en la parte inicial. Battaglin cuenta ahora con 1:42 sobre Bertoglio y 2:40 sobre Galdós, mientras Gimondi y baronchelli siguen a más de 3 minutos. El camino está despejado para él ...
Si no fuera porque tras el día de descanso, lo que había sido una carrera dominada por Battaglin comenzó a hacerse un calvario para él. Fausto Bertoglio, uno de sus gregarios, protagoniza la gran sorpresa al imponerse en la cronoescalada a Il Cioco y quitarle la maglia rosa a su jefe de filas por solo 8 segundos. Cierto que el bresciano estaba haciendo un Giro muy regular, siempre manteniendose en buenas posiciones por detrás de Galdós y Bertoglio, pero no menos cierto es que a sus 26 años y tras varios como profesional, su palmarés estaba desierto. De todas formas, Fausto es claro: es Battaglin quien continúa siendo su líder en la Jollyceramica, y por tanto trabajará para él. Sin embargo, el ahora segundo de la general no lo tiene tan claro. No se ha encontrado nada bien en la subida, y buena prueba de ello es que, siendo el mejor escalador del Giro y habiendo ganado la otra contrareloj, pierda en la cronoescalada de 13 kilómetros casi 2 minutos con su gregario. De todas formas, analizandolo friamente la exhibición de Bertoglio ha sido excepcional: el segundo, Perletto, pierde 43 segundos. Baronchelli y Galdós rondan el minuto, mientras que Gimondi se deja 1:22. La general está ahora muy franca para la Jollyceramica, puesto que el tercero, Galdós, está a 2 minutos, mientras que cuarto y quinto son Gimondi y Baronchelli a 3 minutos. Battaglin tiene todo de cara, con un escudero de lujo para protegerle.
Sin embargo, las malas señales de la cronoescalada se confirman totalmente al día siguiente. Camino de Arenzano se desata una batalla campal que pone contra las cuerdas a Galdós (tuvo que ser reintegrado al grupo principal por sus compañeros) y deja eliminado a Battaglin, que sin ayuda de su equipo acaba llegando a meta a casi 10 minutos. La carrera está acabada para él, y ahora es Bertoglio el que se encuentra en una situación inmejorable, con Galdós a 2 minutos y la amenaza aún latente de sus compatriotas Gimondi y Baronchelli.
Tras la tempestad que ha puesto el Giro patas arriba, eliminando al claro favorito hasta hace un par de días, llega la calma. La siguiente etapa llega una fuga consentida en la que se impone Fabbri. El día siguiente está dividido en dos sectores. El primero, sprint en el que Van Linden llega el primero pero es descalificado, pasando la victoria a Sercu. Por la tarde, una mini etapa de 46 km con los últimos 7 de subida al Monte Maddalena, una pared al lado de Brescia. Muy similar a la etapa del Blockhaus de esta edición de 2009. En los kilómetros finales los favoritos se juegan unos pocos segundos, consiguiendo la victoria Panizza con 11 segundos sobre Bertoglio y Baronchelli, 15 sobre Galdós y 24 sobre Gimondi. El líder, cerca de su casa, ha respondido muy bien a la presión de la maglia rosa, pero los siguientes días, con colosos como el Monte Bondone, Marmolada, Pordoi y Stelvio, prometen ser muy duros.
Así, en la siguiente etapa, con el Bondone a mitad del recorrido, propicia numerosos ataques, con Oliva luchando por el premio de la montaña y los favoritos coronando el coloso juntos. En el descenso y el tortuoso recorrido posterior hasta Baselga di Pine, la lucha es encarnizada. Galdós, que cuenta con la ayuda de Lasa en el grupito de 9 corredores que marcha destacado, consigue no ceder pese a las ganas de los italianos. Finalmente, un De Vlaeminck que está haciendo un Giro espectacular se impone a Gimondi en el reducido sprint.
Al día siguiente, etapa de transición hasta Pordenone. Los favoritos se relajan, pensando en las dos últimas etapas, en las que les espera la decisión del Giro. Esto produce que se forme una escapada en la que se meten 7 corredores de equipos diversos. Puesto que la mayoría de las escuadras están representadas, el pelotón deja hacer. La ventaja va subiendo hasta que a 35 kilómetros de meta alcanza los 13:50. En ese momento saltan las alarmas. Davide Boifava (el que posteriormente sería director del Carrera) es uno de los integrantes de la fuga, y en la general se encuentra a 16 minutos de la maglia rosa. En un día de aparente descanso, el Giro se le puede complicar a Bertoglio. Así que es el propio equipo del lider el que tiene que acabar tirando, para dejar las diferencias en meta en menos de 12 minutos y alejar el peligro del cambio de lider. El sprint del grupo lo vence el colombiano Martín "Cochise" Rodriguez, su segunda victoria en esta carrera tras la del año 1973.
Así pues, las espadas están en alto ante el gran "tappone" dolomítico del penúltimo día. Entre Pordenone y Alleghe los ciclistas deben escalar la Forcella Staulanza, el Colle di Santa Lucia, la Marmolada y el Pordoi, cuya cima está a 37 kilómetros de meta. Todos esperan los ataques de los Kas que hagan tambalear el liderato de Bertoglio, pero por detrás Baronchelli y Gimondi aún son temibles, sobre todo el último, que no ha dado una pedalada de más en todo el Giro. Los primeros dos puertos son de tanteo, con movimientos estratégicos y ataques de gregarios. El Kas aprovecha para puntuar en la montaña con Oliva y mandar por delante a éste y a López Carril, como peones para futuros movimientos. Al arrancar la Marmolada los acontecimientos se precipitan. Los dos Kas ruedan en cabeza junto a Polidori y Santambrogio, esperando el ataque de Galdós. Y este ataque finalmente se produce. El vitoriano demarra y nadie puede seguirle, ni siquiera Bertoglio. Contacta con sus dos compañeros, aunque Oliva no tiene fuerzas para más y es López Carril el que hace un extraordinario esfuerzo para ayudarle. Finalmente, Galdós cruza el Pordoi en solitario. Por detrás tan solo Conti y un sorprendente De Vlaeminck le acechan a medio minuto.
Los favoritos italianos pasan a 2 minutos. En el descenso, sucede lo lógico: Conti y De Vlaeminck alcanzan a Galdós, que tira de ellos intentando obtener la máxima renta sobre Bertoglio. La maglia rosa, ayudada por Gimondi, minimiza en meta la pérdida, dejándose menos de minuto y medio sobre el español, que logicamente no disputa un sprint que se adjudica De Vlaeminck. Gimondi entra con Bertoglio, pero dice adiós a sus opciones de ganar su tercer Giro (lo que haría el año siguiente). Baronchelli tampoco está al nivel del año anterior: en meta se deja más de dos minutos, pierde su puesto en el podio con el lider de la Bianchi y ve amenazada su posición por De Vlaeminck, a solo 4 segundos de él en la general. Pero la verdadera lucha es por el primer puesto. Solo 41 segundos separan a Bertoglio de Galdós a falta de una etapa. ¡Pero qué etapa! Tras pasar en los primeros compases San Pellegrino y Costalunga, el Giro echa el telón en lo alto del Stelvio, Cima Coppi con sus 2757 metros de altitud. Más emoción es imposible, puesto que Galdós y el Kas han demostrado llegar al final de la carrera en una gran condición, y la bisoñez del lider puede ser un factor determinante.
Así pues, la última etapa arranca en un clima de suspense. Ni mucho menos es el habitual paseo triunfal del vencedor y la relajación de sus compañeros de pelotón. Todos saben que les queda un duro esfuerzo por delante y que nada hay resuelto. La tensión era tanta que en los dos primeros puertos no sucedió más que los ataques de Oliva buscando consolidar el premio de la montaña. Clasificación que no estaba resuelta para el toledano pese a contar tras el paso por Costalunga con 150 puntos de ventaja sobre el segundo, Polidori, y 160 sobre Bertoglio. Hay que tener en cuenta que, mientras los puertos de primera categoría daban un máximo de 50 puntos, la Cima Coppi otorgaba al primero que pasara por ella 200 puntos. Polidori no parecía rival, pero Bertoglio, al estar inmiscuido en la clasificación general, podía arrebatarle la maglia verde. Como decíamos, calma tensa hasta los últimos 25 kilómetros, en los que tras pasar Prato allo Stelvio comienza la larguísima subida al gigante. Es tras pasar Gomagoi, en los últimos 18 kilómetros, los más duros, cuando se produce el esperado ataque de Galdós.
Un ataque que deja fuera de combate a Baronchelli, víctima de un pajarón final que le dejará en meta a más de 11 minutos y fuera de toda opción de podio, y a Gimondi, que definitivamente se despide de los dos más fuertes de la carrera. Pero Galdós no consigue dejar a Bertoglio, ni siquiera a Perletto y Panizza. Se forma un cuarteto del que tira constantemente el vitoriano, hasta que Panizza, víctima de un problema mecánico, deja la cabeza en un terceto. A 6 kilómetros del final Galdós fuerza el ritmo y Perletto lo paga descolgándose. Ya solo quedan dos hombres en cabeza, los dos primeros de la general, pero aún no es suficiente para el jefe de filas del Kas. Gimondi, Conti y De Vlaeminck, que marchan detrás de los primeros, son actores secundarios. Quien obsesiona a Galdós es Fausto Bertoglio, soldado con su maglia rosa a la rueda trasera del vitoriano. Los dos protagonistas avan
zan hacia la cima con paredes de nieve a su lado, alcanzando cada vez más altura. Los kilómetros van pasando, 5 para meta, nuevo ataque de Galdós, 4, Bertoglio sigue pegado a él, 3, tal vez si consiga desembarazarse ahora del italiano pueda recuperar los 41 segundos, 2, un último esfuerzo que puede valer un Giro, 1... tras pasar la pancarta del último kilómetros, Galdós se da cuenta de que ha sido vencido. El Giro se le ha escapado pese a haberlo intentado ganar con todas las fuerzas que le quedaban, y encima ahora Bertoglio puede esprintarle para robarle la victoria de etapa. Pero el italiano es caballeroso y cede la victoria parcial al español, llegando unos metros detrás con los brazos alzados para celebrar su gran triunfo. ¡Ha ganado el Giro! Casi no hay tiempo para saborearlo, puesto que 2 kilómetros más atrás aún estaba sufriendo porque no se le escapara la victoria...
Perletto entra tercero a 1:17, mientras que Gimondi y De Vlaeminck, que se estaban jugando el podio (quién se lo iba a decir al belga) son sexto y séptimo respectivamente, con lo que el italiano será el que suba al cajón en la misma cumbre del Stelvio. Para el "gitano" queda el consuelo del cuarto puesto de la general, la maglia ciclamino y 7 victorias de etapa, lo que resulta en un Giro fabuloso para él. Perletto será el quinto de la general, mientras que Baronchelli baja en una jornada nefasta hasta el décimo puesto. La general de la montaña es compartida por Galdós y Oliva, gracias a los 200 puntos del vitoriano en lo alto del Stelvio.
Así pues, Galdós no pudo ganar un Giro disputado hasta el último suspiro, y fue Induráin, 17 años después, el primer español en ganarlo. Una carrera que nació bajo la tristeza de la ausencia de Merckx (que no volvería a ganar una Gran Vuelta), que en sus primeros compases fue dominada por un Battaglin que parecía predestinado a dominar junto a Baronchelli el panorama ciclista italiano y se vió minimizado por la eclosión de Moser y Saronni, que continuó con el ascenso de un modesto como Bertoglio y que acabó con una lucha espectacular entre éste último y Galdós. Pese a no ser entre dos grandes campeones, fue un duelo intenso hasta el final, que no pudo tener un mejor escenario para su desenlace: las rampas con nieve en el arcen de uno de los colosos italianos, el Stelvio.