miércoles, 11 de febrero de 2009

Giuseppe Saronni: Hoy estás en la cima, mañana empezarás a caer (Parte II)

Y volvemos a ese día en la campiña inglesa. Al principio los franceses han intentado poner nerviosos a sus rivales, con una escapada de Vallet. Son todo fuegos de artificio, porque mucho antes del final Hinault se retira, lo mismo que Maertens, campeón saliente. En la última vuelta lo intentan Kuiper y Lejarreta, que está muy fuerte. Pero el holandés no puede seguir el ritmo del vasco, que sabe que solo no aguantará la última vuelta y se deja cazar para recuperar fuerzas. Por fin, llegamos a esos últimos metros. Lejarreta lo vuelve a intentar, y a su rueda salta el estadounidense Jonathan Boyer, que le supera y se marcha en solitario. Parece que va a ganar, pero por detrás se ve un maillot de EEUU tirando del indeciso pelotón. Es Lemond, en uno de sus momentos más vergonzosos, cegado por el egoismo, el que acerca lo suficiente al grupo. De repente, una flecha azul salta del pelotón y se va para ganar, por delante del propio Lemond y de Kelly. Es Saronni, con su mítica "fucilata". Un ataque numerosas veces comentado y comparado, pero jamás repetido. Al ver las imágenes parece como si un profesional compitiera contra alevines. Solo por eso y por las 3 Roubaix consecutivas de Moser, quedan perdonados los años "moser-saronnianos", que tanto daño le hicieron al Giro en particular y al ciclismo italiano en general.

Saronni es por fin "maglia iridata". Y además, está desencadenado. Se presenta al Giro de Lombardía, una carrera que por sus características (el más montañoso de los Monumentos) nunca ha estado cerca de ganar. Hace una carrera perfecta, cazando él solo a Visentini, que se había escapado en la último tramo de descenso, y vence en el sprint al grupo de favoritos.


1983 arranca como terminó el año anterior. Saronni es un coloso y cualquier objetivo está a su alcance. En el camino preparatorio a la Sanremo, llega de lider a la última crono, donde se relaja para no llegar cansado a la clasicisima. En ella, un grupo de 14 favoritos llegan juntos al Poggio. Allí ataca Juan Fernández, pero es cazado y saronni lanza su ataque antes de comenzar el tramo más técnico de la bajada. De nuevo, cuando se gira hacia atrás sus supuestos rivales han desaparecido. En meta por fin puede quitarse el amargor de 3 segundos puestos en esta carrera. Ahora mismo, todo lo que toca lo convierte en oro.

Se prepara para debutar en la Vuelta a España, atraido por el dinero que le pagará el organizador, Unipublic, que quiere contar con un gran elenco extranjero en esta mítica edición. Antes de eso, le da tiempo a ser segundo en la Lieja, solo superado por un imberbe Steven Rooks. En el prólogo de la Vuelta no tiene suerte y se cae. Ante una evidente falta de motivación, deja pasar una etapa que le viene como un guante, la primera con llegada al Castillo de Cuenca. Tampoco en los sprints llanos consigue arañar ninguna victoria, siendo superado por el nuevo fenómeno de las volatas, el belga Vanderaerden. En la montaña pirenáica queda claro que Beppe no tiene intención de disputar la general, pues pierde mucho tiempo. Además, su situación se agrava por culpa de una bronquitis. Cuando más arrecian las críticas locales, llega la etapa de Zaragoza, con final en la subida al Casino Montes Blancos, y vuelve a sacar su inigualable arrancada. Ya tiene la primera etapa de la ronda. Al día siguiente, la famosa jornada de la encerrona a Marino que le costó perder el liderato y posiblemente la Vuelta, vuelve a imponerse. Su última aportación en la carrera será tensar el grupo en Peña Negra, el día de Ávila, para que después Hinault hiciera el destrozo por todos conocido en Serranillos. Ni siquiera termina esa etapa, pues se retira para preparar el Giro, entre las críticas de los aficionados españoles que le acusan de trabajar para el lider de Renault.

El Giro, igual que 4 años antes estaba pensado para Moser, está ahora diseñado para Saronni. Hay bonificaciones para los 4 primeros en meta, que alcanzan hasta los 30 segundos para el vencedor de cada etapa. Se dedica a coleccionar una enorme cantidad de segundos en los sprints que le son más favorables, y en la séptima etapa, en Salerno, ya se apodera de la maglia rosa que atesora Contini hasta ese momento. En la crono de Parma consigue una sensacional victoria, que le da un colchón enorme para defenderse de los ataques de los españoles, que dominan en los Dolomitas. De las 4 únicas etapas "de montaña", 3 de ellas (Campitello Matese, Colle di San Fermo y Selva di Valgardena) son unipuerto, por lo que minimiza las pérdidas sobre Alberto Fernández (el mejor escalador de este Giro) y Visentini. Tan solo en la última etapa montañosa, con el Pordoi y otros 4 puertos en el menú, sufre ante el ataque de Visentini. Pero el lider del Inoxpran no consigue la colaboración de Becchia y finalmente no consigue una ventaja apreciable sobre Saronni. El campeón del mundo parte en la última crono con casi dos minutos sobre Visentini y, aunque pierde uno de ellos, se acaba imponiendo en la corsa rosa tal y como estaba planificado al inicio.


Y, por fin, volvemos de nuevo a ese podio de Udine del que se baja feliz Saronni, completado el círculo mágico desde el mundial hasta aquí. El espejismo que ha vivido arriba está olvidado. ¿Espejismo? Lo cierto es que a partir de este día, Saronni pierde de repente ese golpe de pedal que llevaba meses demostrando. Lógico, si se tiene en cuenta lo complicado de mantener la forma durante tanto tiempo. El problema llega si no se vuelve a recuperar nunca. El resto de año es un continuo fracaso para el capitán del Del Tongo. No consigue ningún otro resultado positivo, quedando 17º en el mundial y perdiendo el Super Prestige Pernod (el equivalente de la época al Pro Tour, pero con mucho más prestigio), que tan bien encarrilado tenía al principio de la temporada. Kelly y Lemond llegaron con más hambre al final del año y fueron los que se lo disputaron, con victoria para el americano.

Si el final de 1983 fue muy malo para Saronni, 1984 fue aún peor. No solo se pasó un año entero sin conseguir nada remotamente destacable. A esto se unió que su eterno rival Francesco Moser resurgió de sus cenizas y gracias a las ayudas de Francesco Conconi tuvo, ya en su madurez, un año espléndido. El trentino batió el mítico Record de la Hora de Merckx, ganó la Sanremo y el Giro. Había vuelto a conquistar el corazón de la Italia ciclista, algo más doloroso para Saronni que quedarse sin victorias. Pero parecía increible que un corredor intratable un año antes, se hubiera quedado reducido a la nada.

En el 85 Saronni sigue sin ser ni la sombra de si mismo. Tan solo consigue dos etapas en el Giro y victorias menores. Para alguien que años atrás era el total dominador de la temporada transalpina son solo migajas.


En el 86 tiene lugar su canto del cisne en el Giro de Italia. En el camino de preparación gana el Trofeo Pantalica y se lleva etapas en la Vuelta a Andalucía y el Giro dellla Puglia, además de ser cuarto en la Sanremo. En el Giro, vuelve a recuperar un gran nivel, portando la maglia rosa durante 11 etapas, merced a las bonificaciones que consigue en las llegadas (pese a no ganar ningún parcial, es segundo en 3 de las jornadas iniciales) y al gran papel de su equipo en la crono por equipos. En la crono de Siena, 12ª etapa, refuerza su liderato al ser tercero tras su compañero Piasecki y Roberto Visentini. Precisamente será este último el que en la etapa con final en la subida a Foppolo, previo paso por el San Marco, le arrebate el liderato. En un día en que se impone el español Pedro Muñoz, Saronni no resiste el puerto más duro de la edición de este año y pierde contacto con los mejores escaladores, como el propio Muñoz, Visentini, Lemond, Corti, Chioccioli y Baronchelli. En meta se deja dos minutos y medio y el liderazgo. En la crono de Cremona (última victoria de Moser en el Giro) Visentini no falla y solo pierde 4 segundos con Saronni. La suerte está echada. En las dos etapas montañosas que restan (la de Pejo Terme y la de Bolzano con el Pordoi) la general no se mueve, y Visentini le devuelve a Saronni el resultado de 3 años antes. Ese año terminará con una medalla de bronce en el mundial de Colorado Springs, aunque con el sabor agridulce de que todos los focos son para su compañero de selección Argentin, que se hace con el oro. Beppe nunca más volverá a ser protagonista en los grandes eventos del calendario.


Desde el 86 hasta el 90, año de su retirada, continuó dando tumbos y arrastrando su nombre y prestigio. Sus 3 últimos años, ya sin su viejo rival Moser en las carreteras, se limitó a contemplar a los jovenes italianos como Argentin, Fondriest o Bugno mientras estos conseguían sus victorias. Su época, una época en la que el ciclismo italiano eran él, Moser y nadie más, había pasado. Con su última victoria, el Giro di Reggio di Calabria del 25 de marzo de 1990, cerraba una exitosa carrera en la que había conseguido 195 triunfos. El niño prodigio había completado unas temporadas de ensueño, siendo el estandarte, junto a su opuesto Moser, de uno de los países más importantes del mundo ciclista. Pero cuando estaba en la lo más alto, en la cima, alguien le avisó de que su reinado acababa de terminar. Probablemente en ese momento él no lo creyó. Pero cuando el 17 de octubre de 1990 se retiró al concluir la Milano-Torino, no pudo dejar de pensar que realmente todo había terminado esa tarde de junio en Udine.

domingo, 8 de febrero de 2009

Giuseppe Saronni: Hoy estás en la cima, mañana empezarás a caer (Parte I)

Udine, 5 de junio de 1983. Giuseppe Saronni acaba de ganar su segundo Giro. Con esto, cierra unos meses auténticamente impresionantes. Ha ganado todo lo que un italiano desea ganar desde que es niño y le regalan su primera bicicleta: el mundial, Lombardía, la Sanremo y el Giro. No puede haber en estos momentos ciclista más feliz en el mundo. El Lombardo (nacido en el Piamonte pero crecido cerca de Milán) lleva 6 años impresionantes, donde ha ganado la mayoría de las carreras importantes italianas. Además, es joven, pues tiene solo 25 años. Toda una carrera le aguarda por delante para hacer de su palmarés una leyenda. Como guinda, su gran rival Francesco Moser empieza a acusar los años y, a punto de cumplir los 32, parece que sus mejores temporadas han pasado. Todo le sonríe a "Beppe". El futuro pinta de color de rosa, el mismo que viste él en estos momentos.

Pero, de repente, en lo alto del podio de Udine, se gira al oír su nombre. Lo único que encuentra es uno de los duendecillos del ciclismo, de la misma familia del "tío del mazo", que pueblan la mitología ciclista. Solo le dice una frase, antes de desaparecer: "Hoy estás en la cima, mañana empezarás a caer". El capitán de la GIS Del Tongo se sorprende, se queda preocupado, pero finalmente decide no darle más importancia a lo que cree haber visto y volver a mirar al frente. Allí ve a lo tifossi coreando su nombre y aplaudiendole. Es un héroe. Pero, ¿cómo han sido estos últimos meses? Para entenderlo, hay que retrotraerse justo 9 meses, al 5 de septiembre de 1982, a Goodwood, en los alrededores de Leicester.

En plena campiña inglesa se corre un mundial en el que Saronni es el gran favorito. Un circuito no demasiado selectivo pero con un final en cuesta de aproximadamente una milla. El tipo de llegada que le va perfecto a Beppe. Tras muchos años de disputas entre Saronni y Moser, el seleccionador azzurro, Martini, ha designado a Saronni como jefe de filas. Los italianos lo tienen claro. No se debe repetir lo del año pasado en Praga, donde la estrategia de los transalpinos fue cuanto menos dudosa, con ataques cuando estaba designado que se llegara al sprint, y con un final en el que Baronchelli dejó demasiado lejos a Saronni, que se vió superado en el último arreón por Maertens. Este año hay que rematar adecuadamente, y nadie mejor que Saronni para ello. El joven corredor atesora ya un palmarés envidiable. Repasemoslo un momento:

Saronni pasó a profesionales a los 19 años. Tan joven, que necesitó un permiso especial para ello. En aficionados se había labrado un gran palmarés, tanto en ruta como sobre todo en pista, donde había logrado un montón de victorias y había adquirido la punta de velocidad que tantas satisfacciones le daría en el futuro. En su primera carrera, el Laigueglia del 77, es segundo tras el campeón mundial Maertens. La carta de presentación era impresionante. Ese mismo año ya se hace con 9 victorias, todas ellas menores. Su primer éxito es el Trofeo Pantalica. Moser es tercero, frenado por una moto. La rivalidad ha comenzado. Francesco se toma la revancha en la Flecha Valona, donde vence por delante de Saronni. Su gran temporada le hacen ser convocado para el mundial de San Cristobal, donde trabaja para la victoria de Moser y aún así acaba con fuerzas para ser noveno.

Pero al año siguiente Beppe ya da muestras de que estamos ante un monstruo preparado para marcar época. Se lleva carreras como la Tirreno-Adriático, 3 etapas en el Giro (donde termina 5º), es segundo en la Sanremo tras hacer la mayor parte del trabajo a De Vlaeminck y, tras ganar numerosas carreras, roza el podio del mundial al ser cuarto, siempre con Moser (medalla de plata) como capitán.

En el 79 consigue su primera gran victoria, al imponerse a Moser en un Giro pensado para el trentino. Torriani empezaba la época "moser-saronianna" con un recorrido en el que primaban las cronos y con una montaña ridícula. Pero el gran favorito falló en la cronoescalada a San Marino, donde Saronni protagonizó una exhibición. A partir de ahí Beppe, vestido de rosa, se limitó a controlar a sus rivales, Knudsen y Moser, muy limitados en montaña. Puesto que Knudsen se tuvo que retirar a consecuencia de una caída, el duelo italiano quedó servido hasta el final. Pero no hubo más historia que el dominio de Saronni, más en forma, sobre Moser. El resto del año se cerró con las victorias en el Campeonato de Zurich, Giro de Romandía, Midi Libre e innumerables victorias de etapa en vueltas pequeñas. Las grandes clásicas se le siguen resistiendo, pues vuelve a ser segundo en Sanremo (de nuevo tras De Vlaeminck), en la Flecha (esta vez batido al sprint por Hinault) y en la Paris-Tours. En el mundial falla, pues no consigue ser más que octavo. Despide el año con una victoria en el Trofeo Baracchi, crono por parejas, haciendo dueto con... Francesco Moser. Por lo visto ni se hablaron hasta comenzar la carrera.

1980 es el año en el que tiene que confirmar lo que se espera de él. Y vaya si lo hace. En Sanremo repite su conocida segunda posición. Vence por fin la Flecha Valona dando una exhibición, dejando tirado a Hinault en la última cota y ganando a Nilsson el sprint. En el Giro, se lleva la friolera de 7 etapas, pero la montaña (con el Stelvio en el menú) es demasiado para él. De hecho, tendrá que trabajar para su compañero Panizza, que acaba segundo tras Hinault. Finalmente, entre su ingente cantidad de victorias anuales figura el campeonato de Italia, que le hace vestir la tricolore durante un año. Fracasa, sin paliativos, en el mundial de Sallanches, donde se ve obligado a abandonar ante la tortura en que convierte Hinault la carrera.

En 1981 sigue incrementando su palmarés, pero en parte es un año amargo para él. Pese a sus tres victorias de etapa en el Giro y su tercer puesto tras Battaglin y Prim, se queda a las puertas de la victoria tanto en Romandía, como en la Tirreno Adriático como en el mundial. Tres segundos puestos dolorosos, sobre todo el último, cuando tenía todo de cara para ganar.

En 1982 su aproximación al Giro es muy buena, con victorias en el Giro de Cerdeña, la Milán-Turín, la Tirreno-Adriático y el Giro del Trentino. En la carrera italiana vuelve a estar lejos de la lucha por la victoria (es sexto) pese a imponerse en 3 etapas. Pero acaba en buena forma, lo que le lleva a vencer en la Vuelta a Suiza. Durante el verano repone fuerzas y se aproxima al mundial ganando la Vuelta a Alemania y la Copa Agostini...