24 horas después, el 1 de febrero, Wout Van Aert salía con la misma confianza en sus posibilidades. Pese a tener tan solo 20 años y, por tanto, corresponderle aún la categoría Sub-23, había tenido una temporada sensacional en sus participaciones en carreras élite, consiguiendo numerosas victorias. Es más, muchos le nombraban como el corredor más fuerte del año y le otorgaban el cartel de favorito para el mundial, pese a su bisoñez.
Al terminar ambas carreras, tanto Sanne como Wout se colgaban en sus hombros sendas medallas de plata, tras completar grandes carreras, obteniendo sus mejores resultados en un mundial absoluto (en el caso de Van Aert era su estreno). A pesar de ello, ambos sentían una mezcla de enfado, cabreo y decepción que les comía por dentro. Para los dos, no quedaba otra sensación en su interior que la de la rabia de los segundones.
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Rápidamente alcanzaba a Pauwels y, con él a rueda, llegaba hasta Van del Poel para formar un trío cabecero. Pero a los pocos segundos volvía a sufrir otro problema con la bici. Éste ya sí que fue definitivo: Mathieu se escapaba por delante y ya nadie volvería a cogerle rueda en todo el día, mientras que Wout pasaba por meta ya muy descolgado del grupo de perseguidores (reducido a Pauwels, Van der Haar, Meeusen y Vantornout. Los 17 segundos que cedía empezaban a ser un serio problema. 29:02
La carrera femenina había seguidos en sus inicios unos pasos más "tradicionales", con alternativas entre las corredoras punteras, hasta que finalmente Lucie Chainel-Lefevre decidió endurecer la carrera. Por detrás había vigilancia entre Vos, Cant y las británicas Wyman y Harris, lo que permitió que antes de acabar la primera vuelta conectaran con el grupo que se acabaría jugando la carrera primero Ferrand-Prevot y posteriormente Katherine Nash.
En la carrera masculina, Van Aert inicia una nueva remontada que le lleva hasta el grupo perseguidor, del que marcha unos metros retrasado Vantornout. Tras superar a su espigado compatriota. Wout sufre un nuevo incidente: esta vez es una caída, en la que sale despedido de la bicicleta. Pierde mucho tiempo en recuperarse y volver a sentirse cómodo, tanto que durante esa vuelta tiene a muy poca distancia por detrás al grupo de Nys, que desde el principio había quedado descartado de la lucha por las medallas. Mientras tanto, por delante, Van der Poel sigue con una ventaja que aún no es tranquilizadora sobre sus perseguidores, que ya solo son Pauwels y Van der Haar, puesto que Meeusen también está empezando a ceder y Vantornout va haciendo la goma.
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Van Aert pasa por meta a falta de 5 vueltas con 50 segundos de retraso sobre Van der Poel y 39 sobre Pauwels y Van der Haar. La victoria está perdida y el podio parece que también. Pero el joven belga, con el maillot roto debido a su caída, saca toda su rabia interior y empieza a apretar las piernas contra los pedales, intentando buscar el devastador ritmo que ha encontrado en determinados momentos de esta campaña. Mientras Mathieu por delante empieza a poner tierra de por medio, subiendo su ventaja hasta los 18 segundos sobre Pauwels y Van der Haar, Wout consigue ir recortando tiempo hasta dar caza al duo de Meeusen y Vantornout, tirar de ellos y, a falta de 3 vueltas, acabar soltándolos. En ese momento está a 35 segundos de Van der Poel, a 23 de Van der Haar, que ha soltado a Pauwels y se va en busca de su compatriota y a 19 del primer corredor belga hasta ese momento, que empieza a acusar el esfuerzo de perseguir el ritmo brutal de Mathieu. Una vuelta después, el encendido Van Aert ha reducido a cenizas la ventaja que le llevaba Pauwels, le ha adelantado y todo el mundo sabe que en breve le va a dejar tirado. Tras una fantástica remontada tiene el podio en el bolsillo pero, ¿conseguirá algo más? Solo le quedan 2 vueltas para reducir los 28 segundos que le lleva Van der Poel y los 18 que le lleva Van der Haar, que está viendo que no puede acercarse lo suficiente a la cabeza de carrera...
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En la persecución de Van Aert, Pauwels no dura apenas nada a su rueda. Cuando se cumple la hora de carrera, los ciclistas afrontan la última vuelta, con Van der Poel casi campeón, puesto que Van der Haar se mantiene a 11 segundos de él. Van Aert pasa a 21 de la cabeza, por lo que está claro que no tiene terreno suficiente para llegar hasta Mathieu. Pero se sigue sintiendo fuerte y continúa acelerando, mientras que Van der Haar acusa cada vez más el cansancio. Pese a contar con 10 segundos de ventaja, la presión del belga sobre él es agobiante, hasta que llegando a las últimas curvas consigue contactar. Mientras por delante Van der Poel entra en meta entre lágrimas después de la victoria histórica que ha conseguido, por detrás Van Aert arrebata el segundo puesto a Van der Haar en la última curva y mantiene la posición en el sprint final, posiblemente el arma más mortífera del holandés. Pero en una carrera tan al límite se acaban imponiendo las fuerzas del belga, que entra en meta lanzando el puño al aire en señal de rabia y enfado.
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Tanto Sanne como Wout habían repetido el mismo gesto al entrar en meta. Si bien las circunstancias eran distintas, puesto que una acababa de perder un sprint y el otro acababa de ganarlo, ambos sentían que habían dejado escapar la oportunidad, que pese a haber hecho una gran carrera no se llevaban el premio soñado y que, en esta ocasión, alguien les había arrebatado la gloria que estaban preparados para recibir. En resumen, y al menos por un día, sentían la rabia de los segundones.
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