Bernard hacía todo lo posible por descolgar a Zimmermann, consciente de que era un rival molesto en caso de llegar juntos hasta arriba. Finalmente, a 3 kilómetros de meta, lo consiguió. Se fue solo y venció en plan campeón. Por detrás, Hampsten conseguía dejar a Breukink, consolidando su liderato. En meta, Bernard se hacía con su tercera victoria del Giro. Zimmerman entraba a 32 segundos. Giupponi (autor de unos kilómetros finales muy buenos) le pisaba los talones entrando a 36 segundos, mientras que Hampsten, que entraba a 51, arañaba 27 a Breukink, que le precedía. Juan Tomás Martínez, el Volcán de Barakaldo, era el primer español en meta, entrando séptimo a 2:48, junto a Perico. Chioccioli era quien se llevaba la peor parte del día, perdiendo 3:16 y entregando su lugar en el podio a Zimmermann. En dos días nefastos para el toscano, había pasado de llevar la maglia rosa a quedar en el 5º puesto de la general a más de 6 minutos.Por tanto, Hampsten respiraba un poco más tras la etapa de Merano 2000. Su distancia con Breukink había crecido hasta unos tranquilizadores 42 segundos, sobre todo teniendo en cuenta la crono del último día, donde el corredor de Panasonic era cláramente favorito. La soledad de ambos en la lucha por la victoria era aún más patente, por cuanto que el tercero era ya Zimmermann a 3:50, con los dos corredores del Del Tongo detrás de él, aunque sin representar una seria amenaza. Pero al día siguiente se subía otro de los gigantes del Giro, nada menos que el Passo del Rombo.
El problema era que la climatología, que había propiciado una etapa épica camino de Bormio, estaba mutilando etapas que también podrían haber sido antológicas. Durante todos estos días, la lluvia era compañera inseparable del pelotón, y en cuanto se subía a las altas cumbres la nieve hacía acto de presencia. Y en la frontera entre Italia y Austria, en el Rombo, se mantuvo esta misma tónica. Si el día anterior había sido la organización la que eliminó el Stelvio, esta vez fueron los corredores los que decidieron hacer una semihuelga. En cuanto los primeros copos de nieve aparecieron, el pelotón bajó el ritmo y el coloso se subió a ritmo lento. Incluso llegaron a pararse en dos ocasiones. Algunos ciclistas empezaban a subir a los coches, en un claro gesto de fuerza para que fuera neutralizada la subida. Pero las dos veces se acabó reiniciando la marcha. Finalmente, se coronó el puerto. De nuevo, muchos corredores se metieron en los coches para abrigarse de cara al descenso. Fue justo ése el momento que aprovecharon los corredores de Panasonic para preparar una emboscada. Enfilaron el descenso a toda velocidad, y se fugaron del resto del pelotón. Al terminar la bajada, 6 hombres del equipo holandés se encontraban en el grupo de cabeza, acompañados por otros 7 corredores, entre los que se encontraban el lider Hampsten y Delgado, pero
no Zimmermann, Bernard o los Del Tongo. La jugada había sido maestra. A partir de ese instante, se correría todo lo rápido que no se había hecho en la primera parte de la etapa. La ventaja llegó a ser de minuto y medio, aunque tras el último puerto, Mosern, solo quedaron en cabeza Breukink y Winnen del Panasonic. La diferencia comenzó a menguar, hasta que en meta se quedó en 8 segundos, tras muchos esfuerzos de los perseguidores. Por delante, Vona se había marchado en el último kilómetro para ganar en solitario y estropearle la jugada a los holandeses, que pensaban ganar con Breukink tras el gran trabajo de Winnen. Finalmente, habían obtenido muy poca recompensa para todo el esfuerzo que habían hecho.Al día siguiente, por fin se volvió a las volatas tradicionales del Giro. En una jornada muy dura por la multitud de ataques que se produjeron (había muchos equipos resentidos por la táctica del día anterior de Panasonic) se acabó llegando en grupo a meta, donde se impuso Gambirasio. Todas las espadas estaban en alto ante la etapa del día siguiente, la cronoescalada donde Hampsten y Breukink se jugarían la carrera.
Así pues, la carrera la tenía Hampsten herida de muerte. Breukink estaba ya a 2:06, y solo una hecatombe en la última crono le hubiera quitado la victoria al lider del Seven Eleven. La lucha más emocionante era la que definiría el tercer integrante del podio, puesto por el que luchaban Zimmermann y Giupponi. Si bien estaban a más de 5 minutos de la maglia rosa, les separaban solo 17 segundos. Aunque el Giro estaba llegando a su fin, aún quedaban cosas interesantes por pasar. Y si tenía que ocurrir algo, por fuerza debía ser en la siguiente etapa, última de montaña con 3 puertos de montaña, el primero de ellos el Passo Duran.
Pero en este Giro, no todo sucedía en la carretera. Mientras los corredores descansaban de la cronoescalada, por la tarde, surgía otra bomba: Visentini, Giupponi y Zimmermann eran declarados positivos por no presentarse al control antidopaje. Tras el susto, se revocó la sanción y finalmente no pasó nada. En fin, cosas de los Giros de los años ochenta.
El americano y el holandés no se pusieron nervisos. Tras muchos kilómetros en los que no conseguían bajar la diferencia, aflojaron la marcha y dejaron que el gran grupo, en el que estaban sus gregarios, les cogieran. A partir de ahí, sus equipos se pusieron a tirar para enjugar la diferencia. El paso de los kilómetros y la orografía de la parte final de la etapa (totalmente llana) hicieron el resto. A 15 kilómetros del final Hampsten recuperaba la maglia rosa virtual, y en meta la deferencia era de poco más de 3 minutos. Zimmermann dejaba ganar a Giuliani y él se situaba segundo en la general, a casi 2 minutos de Hampsten.

Todo estaba listo para terminar de decidir la general en la crono de la última etapa. El penúltimo día, nueva volata con victoria de Rosola. Y el último día, en el sector matutino, victoria del suizo Freuler. Los viejos sprinters se reivindicaban en este final de carrera.Por la tarde no hubo sorpresas. En un Giro en el que se produjeron tantas, eso era un hecho novedoso en sí mismo. Hamspten mantuvo la maglia rosa, mientras que Breukink, mejor rodador, superaba a Zimmermann. Fue el único cambio en los primeros puestos de la general. En cuanto a la etapa, se impuso el polaco Piasecki, por delante de Vanderaerden y Rominger. El ganador se vió beneficiado por el hecho de que los últimos salieran con lluvia y viento. El mal tiempo quiso asistir a la despedida de una carrera de la que había sido el gran protagonista.
Así pues, Hampsten se imponía en el Giro, siendo acompañado en el podio por Breukink y Zimmermann. Giupponi y Chioccioli eran cuarto y quinto, con gran malestar para el segundo, que siempre consideró que su compañero no le había ayudado lo suficiente cuando defendía la maglia rosa. Giovannetti, joven promesa, era sexto, por delante de Delgado, que había fallado en su objetivo de ganar la corsa rosa. No así en su otro objetivo, preparar el Tour, pues todos sabemos lo que ocurrió un mes después en las carreteras francesas.
Se cerraba una edición del Giro que ha quedado para el recuerdo por la dantesca etapa del Gavia pero que, como hemos visto, deparó mucho más espectáculo durante los 21 días que duró. El día que los corredores entraban en el infierno helado del Gavia, estaban haciendo que la edición 71ª del Giro pasara a la posteridad como la carrera en la que se volvió al ciclismo de antaño, aquel en el que los corredores eran héroes que desafiaban a los elementos con la única ayuda de una bicicleta. Por ellos, bien valga este recuerdo a ese lejano año, del que más de veinte años nos separan ya.