lunes, 13 de octubre de 2008

Para empezar, un poco de historia

Lo lógico es que empecemos este blog por el principio. Y... ¿qué sería del ciclismo sin la bicicleta?
Puesto que ella es la protagonista de este deporte, dediquémosle un poco de atención y repasemos su historia.

Aunque los antiguos egipcios, chinos y aztecas tenían máquinas rudimentarias compuestas por dos ruedas unidas por una barra, no podemos hablar de la bicicleta propiamente dicha hasta el año 1490 aproximadamente, año en que aparece en la obra Codex Atlanticus, del genial Leonardo da Vinci, un boceto de una bicicleta muy similar a las actuales (con transmisión de cadena e impulsada por pedales). Todo aquel que quiera ver una maqueta de este singular artilugio, no tiene más que acercarse al Museo de Leonardo en Vinci, su localidad natal.

Pero no sería éste el único prototipo. En 1790, el conde francés Mede de Sivrac inventó el "celerífero": un listón de madera montado sobre dos ruedas, pero sin ningún tipo de articulación. Esto significa que, para poder realizar cualquier tipo de maniobra, había que echar el pie a tierra.

En 1817, el barón alemán Karl Christian Ludwig Drais von Sauerbronn ideó un vehículo al que llamó Laufmaschine, o "máquina andante". El invento consistía en un carrito de dos ruedas y una vara de madera que, unida a la rueda delantera y a modo de manillar, permitía al conductor girar en la dirección deseada. La máquina, llamada en un primer momento "draisiana" y conocida posteriormente como "velocípedo", no tardó en evolucionar.

Pero la construcción de la primera bicicleta a pedales se le atribuye al escocés Kirkpatrick Macmillan en 1839. Como él nunca patentó el invento, durante un largo periodo de tiempo se ha considerado a otro escocés, Gavin Dalzell, como el auténtico inventor de la bicicleta, ya que fue éste quien copió y difundió el modelo de Macmillan en 1846.

Aproximadamente en 1890, John Boyd Dunlop inventó una cámara de tela y caucho, que se inflaba con aire y se colocaba en la llanta. Para evitar pinchazos, también ideó una cubierta de caucho para esas cámaras.

En el año 1800 tuvieron lugar las primeras competiciones ciclistas, en las que ningún corredor consiguió que su nombre fuese recordado años más tarde. Tendríamos que esperar bastantes años para que el británico James Moore, que ganaba prácticamente todas las carreras, se hiciese un hueco en la memoria de los aficionados al ciclismo. Moore ganó, entre otras muchas carreras, el Campeonato de Vésinet (1870), la prueba internacional de Lyon (1873), el Campeonato del Mundo oficioso de la milla (Wolverhampton, 1874), el Campeonato de Francia de velocidad (París-Tullerías, 1875-76) y la prueba internacional de Toulouse (1877), que fue su última competición disputada. Además, el británico afincado en París estableció cuatro récords del mundo en carreras de una milla.

Y mientras en otros países como Francia o Italia el deporte del velocípedo estába más consolidado, en España tardó en asentarse. Las primeras noticias que tenemos sobre carreras de velocípedos en España datan de 1868, en las Fiestas de Bilbao. Pero la primera gran competición de la que tenemos constancia fue la celebrada el 10 de septiembre de 1870 en la Avenida del Antiguo Retiro de Madrid. Las carreras allí disputadas (una carrera de velocidad sobre 1000 metros, otra de fondo sobre 3500 metros, una de obstáculos de 1000 metros, otra de habilidad sin manillar y una última prueba de consolación de mil metros) no gozaron de mucha aceptación por parte del público. Pero sirvieron como punto de partida para el ciclismo de competición en nuestro país.

Desde aquellas primeras carreras (tanto nacionales como extranjeras) hasta hoy, tenemos aproximadamente unos 150 años de ciclismo de los que podemos hablar.

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