Saronni es por fin "maglia iridata". Y además, está desencadenado. Se presenta al Giro de Lombardía, una carrera que por sus características (el más montañoso de los Monumentos) nunca ha estado cerca de ganar. Hace una carrera perfecta, cazando él solo a Visentini, que se había escapado en la último tramo de descenso, y vence en el sprint al grupo de favoritos.
1983 arranca como terminó el año anterior. Saronni es un coloso y cualquier objetivo está a su alcance. En el camino preparatorio a la Sanremo, llega de lider a la última crono, donde se relaja para no llegar cansado a la clasicisima. En ella, un grupo de 14 favoritos llegan juntos al Poggio. Allí ataca Juan Fernández, pero es cazado y saronni lanza su ataque antes de comenzar el tramo más técnico de la bajada. De nuevo, cuando se gira hacia atrás sus supuestos rivales han desaparecido. En meta por fin puede quitarse el amargor de 3 segundos puestos en esta carrera. Ahora mismo, todo lo que toca lo convierte en oro.
Se prepara para debutar en la Vuelta a España, atraido por el dinero que le pagará el organizador, Unipublic, que quiere contar con un gran elenco extranjero en esta mítica edición. Antes de eso, le da tiempo a ser segundo en la Lieja, solo superado por un imberbe Steven Rooks. En el prólogo de la Vuelta no tiene suerte y se cae. Ante una evidente falta de motivación, deja pasar una etapa que le viene como un guante, la primera con llegada al Castillo de Cuenca. Tampoco en los sprints llanos consigue arañar ninguna victoria, siendo superado por el nuevo fenómeno de las volatas, el belga Vanderaerden. En la montaña pirenáica queda claro que Beppe no tiene intención de disputar la general, pues pierde mucho tiempo. Además, su situación se agrava por culpa de una bronquitis. Cuando más arrecian las críticas locales, llega la etapa de Zaragoza, con final en la subida al Casino Montes Blancos, y vuelve a sacar su inigualable arrancada. Ya tiene la primera etapa de la ronda. Al día siguiente, la famosa jornada de la encerrona a Marino que le costó perder el liderato y posiblemente la Vuelta, vuelve a imponerse. Su última aportación en la carrera será tensar el grupo en Peña Negra, el día de Ávila, para que después Hinault hiciera el destrozo por todos conocido en Serranillos. Ni siquiera termina esa etapa, pues se retira para preparar el Giro, entre las críticas de los aficionados españoles que le acusan de trabajar para el lider de Renault.
El Giro, igual que 4 años antes estaba pensado para Moser, está ahora diseñado para Saronni. Hay bonificaciones para los 4 primeros en meta, que alcanzan hasta los 30 segundos para el vencedor de cada etapa. Se dedica a coleccionar una enorme cantidad de segundos en los sprints que le son más favorables, y en la séptima etapa, en Salerno, ya se apodera de la maglia rosa que atesora Contini hasta ese momento. En la crono de Parma consigue una sensacional victoria, que le da un colchón enorme para defenderse de los ataques de los españoles, que dominan en los Dolomitas. De las 4 únicas etapas "de montaña", 3 de ellas (Campitello Matese, Colle di San Fermo y Selva di Valgardena) son unipuerto, por lo que minimiza las pérdidas sobre Alberto Fernández (el mejor escalador de este Giro) y Visentini. Tan solo en la última etapa montañosa, con el Pordoi y otros 4 puertos en el menú, sufre ante el ataque de Visentini. Pero el lider del Inoxpran no consigue la colaboración de Becchia y finalmente no consigue una ventaja apreciable sobre Saronni. El campeón del mundo parte en la última crono con casi dos minutos sobre Visentini y, aunque pierde uno de ellos, se acaba imponiendo en la corsa rosa tal y como estaba planificado al inicio.
Y, por fin, volvemos de nuevo a ese podio de Udine del que se baja feliz Saronni, completado el círculo mágico desde el mundial hasta aquí. El espejismo que ha vivido arriba está olvidado. ¿Espejismo? Lo cierto es que a partir de este día, Saronni pierde de repente ese golpe de pedal que llevaba meses demostrando. Lógico, si se tiene en cuenta lo complicado de mantener la forma durante tanto tiempo. El problema llega si no se vuelve a recuperar nunca. El resto de año es un continuo fracaso para el capitán del Del Tongo. No consigue ningún otro resultado positivo, quedando 17º en el mundial y perdiendo el Super Prestige Pernod (el equivalente de la época al Pro Tour, pero con mucho más prestigio), que tan bien encarrilado tenía al principio de la temporada. Kelly y Lemond llegaron con más hambre al final del año y fueron los que se lo disputaron, con victoria para el americano.
Si el final de 1983 fue muy malo para Saronni, 1984 fue aún peor. No solo se pasó un año entero sin conseguir nada remotamente destacable. A esto se unió que su eterno rival Francesco Moser resurgió de sus cenizas y gracias a las ayudas de Francesco Conconi tuvo, ya en su madurez, un año espléndido. El trentino batió el mítico Record de la Hora de Merckx, ganó la Sanremo y el Giro. Había vuelto a conquistar el corazón de la Italia ciclista, algo más doloroso para Saronni que quedarse sin victorias. Pero parecía increible que un corredor intratable un año antes, se hubiera quedado reducido a la nada.
En el 85 Saronni sigue sin ser ni la sombra de si mismo. Tan solo consigue dos etapas en el Giro y victorias menores. Para alguien que años atrás era el total dominador de la temporada transalpina son solo migajas.
En el 86 tiene lugar su canto del cisne en el Giro de Italia. En el camino de preparación gana el Trofeo Pantalica y se lleva etapas en la Vuelta a Andalucía y el Giro dellla Puglia, además de ser cuarto en la Sanremo. En el Giro, vuelve a recuperar un gran nivel, portando la maglia rosa durante 11 etapas, merced a las bonificaciones que consigue en las llegadas (pese a no ganar ningún parcial, es segundo en 3 de las jornadas iniciales) y al gran papel de su equipo en la crono por equipos. En la crono de Siena, 12ª etapa, refuerza su liderato al ser tercero tras su compañero Piasecki y Roberto Visentini. Precisamente será este último el que en la etapa con final en la subida a Foppolo, previo paso por el San Marco, le arrebate el liderato. En un día en que se impone el español Pedro Muñoz, Saronni no resiste el puerto más duro de la edición de este año y pierde contacto con los mejores escaladores, como el propio Muñoz, Visentini, Lemond, Corti, Chioccioli y Baronchelli. En meta se deja dos minutos y medio y el liderazgo. En la crono de Cremona (última victoria de Moser en el Giro) Visentini no falla y solo pierde 4 segundos con Saronni. La suerte está echada. En las dos etapas montañosas que restan (la de Pejo Terme y la de Bolzano con el Pordoi) la general no se mueve, y Visentini le devuelve a Saronni el resultado de 3 años antes. Ese año terminará con una medalla de bronce en el mundial de Colorado Springs, aunque con el sabor agridulce de que todos los focos son para su compañero de selección Argentin, que se hace con el oro. Beppe nunca más volverá a ser protagonista en los grandes eventos del calendario.
Desde el 86 hasta el 90, año de su retirada, continuó dando tumbos y arrastrando su nombre y prestigio. Sus 3 últimos años, ya sin su viejo rival Moser en las carreteras, se limitó a contemplar a los jovenes italianos como Argentin, Fondriest o Bugno mientras estos conseguían sus victorias. Su época, una época en la que el ciclismo italiano eran él, Moser y nadie más, había pasado. Con su última victoria, el Giro di Reggio di Calabria del 25 de marzo de 1990, cerraba una exitosa carrera en la que había conseguido 195 triunfos. El niño prodigio había completado unas temporadas de ensueño, siendo el estandarte, junto a su opuesto Moser, de uno de los países más importantes del mundo ciclista. Pero cuando estaba en la lo más alto, en la cima, alguien le avisó de que su reinado acababa de terminar. Probablemente en ese momento él no lo creyó. Pero cuando el 17 de octubre de 1990 se retiró al concluir la Milano-Torino, no pudo dejar de pensar que realmente todo había terminado esa tarde de junio en Udine.
8 comentarios:
Genial artículo.
Eso sí, creo que cualquier italiano firmaría al pasar a profesionales ganar Mundial, Lombardía, San Remo y Giro de Italia, aunque fuesen victorias seguidas y luego la nada.
Sin duda. Eso mismo lo puse en la primera parte del artículo. Además, ganó mucho más que eso. El artículo no trata ni mucho menos de cuestionar el valor de Saronni por esos años finales de decadencia, sino de poner el foco en cómo pasó de estar en lo más alto a iniciar un repentino descenso, como si se le hubiera agotado todo lo que tenía dentro. Bueno, y realmente eso es simplemente una excusa para repasar la trayectoria de Beppe.
Por cierto, para cualquiera que no la haya visto aún, aquí tiene la mítica "fucilata" de Goodwood:
Últimos metros mundial 82
La fucilata es impresionante. Me bajé de internet I miti del ciclismo y el capítulo de Beppe empieza con el final de ese Mundial. Y es tremenda la narración italiana y por supuesto el ataque bestial del italiano.
Impresionante el video, veo cierta similitud con el estacazo de Ballan en Varese, la forma,la exclamacion del narrador de la RAI, uffff vaya nombres Lemond, Kelly...
En cuanto al articulo, ya lo lei hace unos dias y como siempre, vuestro blog es como una dulce y ociosa maquina del tiempo.
Muchas gracias Cheli, aunque espero que ese ocioso no se refiera a la 4ª accepción de la palabra (Inútil, sin fruto, provecho ni sustancia)
Por supuesto que no Julian, es en el buen sentido, que te transporta de manera liviana al ocio, disfrutando de una lectura, con sabor a ciclismo añejo.
Lo sé, lo sé, era una broma, jejeje.
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