Udine, 5 de junio de 1983. Giuseppe Saronni acaba de ganar su segundo Giro. Con esto, cierra unos meses auténticamente impresionantes. Ha ganado todo lo que un italiano desea ganar desde que es niño y le regalan su primera bicicleta: el mundial, Lombardía, la Sanremo y el Giro. No puede haber en estos momentos ciclista más feliz en el mundo. El Lombardo (nacido en el Piamonte pero crecido cerca de Milán) lleva 6 años impresionantes, donde ha ganado la mayoría de las carreras importantes italianas. Además, es joven, pues tiene solo 25 años. Toda una carrera le aguarda por delante para hacer de su palmarés una leyenda. Como guinda, su gran rival Francesco Moser empieza a acusar los años y, a punto de cumplir los 32, parece que sus mejores temporadas han pasado. Todo le sonríe a "Beppe". El futuro pinta de color de rosa, el mismo que viste él en estos momentos.
Pero, de repente, en lo alto del podio de Udine, se gira al oír su nombre. Lo único que encuentra es uno de los duendecillos del ciclismo, de la misma familia del "tío del mazo", que pueblan la mitología ciclista. Solo le dice una frase, antes de desaparecer: "Hoy estás en la cima, mañana empezarás a caer". El capitán de la GIS Del Tongo se sorprende, se queda preocupado, pero finalmente decide no darle más importancia a lo que cree haber visto y volver a mirar al frente. Allí ve a lo tifossi coreando su nombre y aplaudiendole. Es un héroe. Pero, ¿cómo han sido estos últimos meses? Para entenderlo, hay que retrotraerse justo 9 meses, al 5 de septiembre de 1982, a Goodwood, en los alrededores de Leicester.
En plena campiña inglesa se corre un mundial en el que Saronni es el gran favorito. Un circuito no demasiado selectivo pero con un final en cuesta de aproximadamente una milla. El tipo de llegada que le va perfecto a Beppe. Tras muchos años de disputas entre Saronni y Moser, el seleccionador azzurro, Martini, ha designado a Saronni como jefe de filas. Los italianos lo tienen claro. No se debe repetir lo del año pasado en Praga, donde la estrategia de los transalpinos fue cuanto menos dudosa, con ataques cuando estaba designado que se llegara al sprint, y con un final en el que Baronchelli dejó demasiado lejos a Saronni, que se vió superado en el último arreón por Maertens. Este año hay que rematar adecuadamente, y nadie mejor que Saronni para ello. El joven corredor atesora ya un palmarés envidiable. Repasemoslo un momento:
Saronni pasó a profesionales a los 19 años. Tan joven, que necesitó un permiso especial para ello. En aficionados se había labrado un gran palmarés, tanto en ruta como sobre todo en pista, donde había logrado un montón de victorias y había adquirido la punta de velocidad que tantas satisfacciones le daría en el futuro. En su primera carrera, el Laigueglia del 77, es segundo tras el campeón mundial Maertens. La carta de presentación era impresionante. Ese mismo año ya se hace con 9 victorias, todas ellas menores. Su primer éxito es el Trofeo Pantalica. Moser es tercero, frenado por una moto. La rivalidad ha comenzado. Francesco se toma la revancha en la Flecha Valona, donde vence por delante de Saronni. Su gran temporada le hacen ser convocado para el mundial de San Cristobal, donde trabaja para la victoria de Moser y aún así acaba con fuerzas para ser noveno.
Pero al año siguiente Beppe ya da muestras de que estamos ante un monstruo preparado para marcar época. Se lleva carreras como la Tirreno-Adriático, 3 etapas en el Giro (donde termina 5º), es segundo en la Sanremo tras hacer la mayor parte del trabajo a De Vlaeminck y, tras ganar numerosas carreras, roza el podio del mundial al ser cuarto, siempre con Moser (medalla de plata) como capitán.
En el 79 consigue su primera gran victoria, al imponerse a Moser en un Giro pensado para el trentino. Torriani empezaba la época "moser-saronianna" con un recorrido en el que primaban las cronos y con una montaña ridícula. Pero el gran favorito falló en la cronoescalada a San Marino, donde Saronni protagonizó una exhibición. A partir de ahí Beppe, vestido de rosa, se limitó a controlar a sus rivales, Knudsen y Moser, muy limitados en montaña. Puesto que Knudsen se tuvo que retirar a consecuencia de una caída, el duelo italiano quedó servido hasta el final. Pero no hubo más historia que el dominio de Saronni, más en forma, sobre Moser. El resto del año se cerró con las victorias en el Campeonato de Zurich, Giro de Romandía, Midi Libre e innumerables victorias de etapa en vueltas pequeñas. Las grandes clásicas se le siguen resistiendo, pues vuelve a ser segundo en Sanremo (de nuevo tras De Vlaeminck), en la Flecha (esta vez batido al sprint por Hinault) y en la Paris-Tours. En el mundial falla, pues no consigue ser más que octavo. Despide el año con una victoria en el Trofeo Baracchi, crono por parejas, haciendo dueto con... Francesco Moser. Por lo visto ni se hablaron hasta comenzar la carrera.
1980 es el año en el que tiene que confirmar lo que se espera de él. Y vaya si lo hace. En Sanremo repite su conocida segunda posición. Vence por fin la Flecha Valona dando una exhibición, dejando tirado a Hinault en la última cota y ganando a Nilsson el sprint. En el Giro, se lleva la friolera de 7 etapas, pero la montaña (con el Stelvio en el menú) es demasiado para él. De hecho, tendrá que trabajar para su compañero Panizza, que acaba segundo tras Hinault. Finalmente, entre su ingente cantidad de victorias anuales figura el campeonato de Italia, que le hace vestir la tricolore durante un año. Fracasa, sin paliativos, en el mundial de Sallanches, donde se ve obligado a abandonar ante la tortura en que convierte Hinault la carrera.
En 1981 sigue incrementando su palmarés, pero en parte es un año amargo para él. Pese a sus tres victorias de etapa en el Giro y su tercer puesto tras Battaglin y Prim, se queda a las puertas de la victoria tanto en Romandía, como en la Tirreno Adriático como en el mundial. Tres segundos puestos dolorosos, sobre todo el último, cuando tenía todo de cara para ganar.
En 1982 su aproximación al Giro es muy buena, con victorias en el Giro de Cerdeña, la Milán-Turín, la Tirreno-Adriático y el Giro del Trentino. En la carrera italiana vuelve a estar lejos de la lucha por la victoria (es sexto) pese a imponerse en 3 etapas. Pero acaba en buena forma, lo que le lleva a vencer en la Vuelta a Suiza. Durante el verano repone fuerzas y se aproxima al mundial ganando la Vuelta a Alemania y la Copa Agostini...
4 comentarios:
Espero con impaciencia la segunda parte del relato.
Italia y su dualidad: Coppi-Bartali, Saronni-Moser, Bugno-Chiapucci, Simoni-Cunego, e incluso Bartoli-Pantani.
Si no hay problemas el sábado estará la segunda y última parte.
En cuanto a la dualidad, no solo en el ciclismo. En el fútbol Mazzola y Rivera, en la lucha de clases lo que representaban Don Camillo y Peppone, en la sociedad el norte y el sur... y en el ciclismo todos estos.
Fantástico este díptico dedicado a Saronni. Creo que con él tomo mayor conciencia de la importancia de su palmarès, sobre todo en sus primeros años, en que todavía no seguía el ciclismo.
Sólo un detalle: en el 83 Saronni corría con Del Tongo. Más aun: si no estoy equivocado, entonces el líder de la Gis era... Moser.
Tienes toda la razón, ya está corregido. ¡Muchas gracias!
Publicar un comentario